ASPECTOS NEGATIVOS DEL TEST DE IDONEIDAD PARENTAL CUIDA II


                                            

Los profesionales forenses en estos tiempos nos enfrentamos, casi a diario, con la labor de evaluar a progenitores solicitantes de custodia sobre sus hijos menores cuando se encuentran inmersos en procesos de divorcio, habitualmente, de tipo contencioso.

A nuestra disposición encontramos diversas herramientas de origen psicométrico para la evaluación de esta idoneidad parental. Una de ellas es el test CUIDA II. El uso de este test está muy generalizado en casi todo el territorio español. Sin embargo, sobre todo en los últimos tiempos, voces expertas han puesto de manifiesto las carencias y los problemas que este protocolo presenta a la hora de la administración y corrección de la prueba.

Después de haber utilizado este cuestionario durante varios años, señalaría básicamente tres críticas principales que, a mi juicio, hacen poco recomendable el uso de esta prueba como herramienta decisoria en la calificación de idoneidad parental.

 CRÍTICA Nº 1

El primer problema que tiene el CUIDA II es la dificultad que encuentran los peritados a la hora de responder a las preguntas. No por el hecho de que las preguntas sean difíciles de entender. La dificultad se encuentra, principalmente, en las opciones de respuesta múltiple.

         

EN DESACUERDO           ALGO EN DESACUERDO          ALGO DE ACUERDO         DE ACUERDO

Cuando la pregunta o la frase se expresa en afirmativo no hay problema:

“Me gusta ir al campo”              Si la respuesta es que te gusta ir al campo, ésta se responde con un 3  o  con un 4 y la situación no reviste mayor complicación.

El problema surge cuando la frase o la pregunta se plantean en negativo:

“NUNCA me he quedado con dinero de más al recibir el cambio en una compra”  esta frase puede resultar sencilla a priori, pero cuando ya se han contestado 80 preguntas anteriores, como es el caso, el cerebro humano tiende a no registrar las palabras con carga sugerente negativa al principio de la frase. Nos encontramos aquí con la famosa paradoja neurolingüística de “NO PIENSES EN UN ELEFANTE”.  El famoso psicólogo austríaco Paul Watzlawick en su teoría sobre la comunicación humana ya explicaba la gran dificultad que tiene el cerebro humano para registrar correctamente las frases que se inician con palabras negativas.

De tal forma que  el peritado, al leer una frase iniciada con una palabra con esta carga no positiva,  en realidad cree que le preguntan si “ALGUNA VEZ se ha quedado con cambio tas una compra”. Por lo que existe una gran probabilidad de que, en lugar de contestar, 4 (de acuerdo) nunca me he quedado con dinero de más al recibir el cambio en una compra), conteste 1 (en desacuerdo) nunca me he quedado con dinero. En realidad está contestando que sí se ha quedado con dinero.

Veamos otro ejemplo, pregunta  136 “No me cuesta comprometerme emocionalmente con otras personas” por mi experiencia sé que esta pregunta no suele contestarla bien casi ningún peritado. Y ésta es sólo la pregunta 136. Todavía quedan  53 preguntas más por contestar puesto que el test tiene  189, de las cuales, casi la mitad son de carácter negativo, es decir, comienzan por “NO”, “NUNCA”, “TENGO DIFICULTAD”, “ME CUESTA”.

Por eso, el propio protocolo del cuestionario incluye ciertas preguntas de control para averiguar si el sujeto peritado está respondiendo adecuadamente a las preguntas. Por ejemplo:

Pregunta 51 “Nunca he visto a nadie con los ojos marrones”

Pregunta 89 “Nunca bebo líquidos”

Pregunta 112  “No he visto ningún coche”

         Estas preguntas que, como se ve, son todas negativas, no son más que un baremo de control para averiguar si el sujeto lee y comprende correctamente las frases de carácter negativo.

Por esta razón, creo firmemente que se hace imprescindible que el perito forense se mantenga cerca del sujeto evaluado, es decir, para cumplir con la metodología durante la administración de la prueba, no deje solo al sujeto y, de esta forma, poder resolver cualquier duda sobre los ítems.

 

CRÍTICA Nº 2

El CUIDA es un instrumento creado, en origen, por el I.V.A.I  (Asociación para la Investigación y Valoración en la Adopción Internacional). “Surgió con el fin de profundizar y mejorar la evaluación de los futuros padres adoptantes y garantizar aún más la adecuación o idoneidad de los solicitantes de una adopción a la realidad de ésta” Extracto del artículo publicado por INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL, 2007. Vol. 16 Nº 3 pág. 393.

Este instrumento, aunque se ha ido adaptando a una realidad más amplia, como es la evaluación de idoneidad para padres solicitantes de custodia y cuidadores de menores o personas dependientes, en realidad, no ha conseguido liberarse totalmente del sesgo de la evaluación de individuos que desean adoptar y que, de hecho, todavía no son padres.  Esto debemos tenerlo en cuenta en el análisis de ciertos factores que influyen en la puntuación global del test y que miden la capacidad de un futuro padre en comparación con las capacidades de padres que ya lo son y que ya han convivido con sus hijos. Por esta razón, los padres adoptantes irremediablemente, tienen una idea de lo que es el cuidado a un menor que difiere sensiblemente de un padre que ya conoce la personalidad de sus hijos y que sabe las necesidades educacionales de cada uno de ellos. Por lo tanto, las respuestas están mediatizadas por el conocimiento de los factores de personalidad de cada menor, cosa que no sucede con los sujetos adoptantes que todavía no conocen las peculiaridades que rigen el carácter de su futuro hijo.

Los ítems del test que miden “Cuidado responsable”, “Flexibilidad” o “Tolerancia a la frustración” son respondidos de una forma mucho más satisfactoria por un futuro padre que desea adoptar que, normalmente, tiene un concepto más idealizado o menos ajustado a la realidad de lo que es educar a un menor, que un padre que ya ha convivido con sus hijos durante años y conoce bien con cuál de ellos puede ser más flexible, con cuál debe estar más encima en los estudios, con cuál debe ejercer más o menos autoridad, etc.

Por lo tanto, si deseamos conocer realmente los rasgos estables de personalidad de un sujeto al que vamos a peritar, es mucho más aconsejable realizar un test de personalidad en el que se tenga en cuenta las variables adecuadas para el cuidado de menores, pero sin hacer preguntas que, en origen, van destinadas a futuros padres adoptantes que, por lo general, no conocen de primera mano y por experiencia propia la realidad de la situación paterno-filial.

 

CRÍTICA Nº 3

En tercer lugar debemos señalar otro sesgo que tiene este test y que completa la trilogía de críticas que nos obligan a considerar esta prueba como dudosa en la evaluación de idoneidad parental en casos de custodia.

Esta tercera circunstancia la explica muy claramente D. Dionisio Roda y Roda, doctor en derecho, en su artículo redactado para la FUNDACIÓN MARIANO RUIZ FUNES, en su página 28 – 2º párrafo:

“(..) ante la diversidad de los test que se pueden aplicar, se deben realizar aquellos que realmente estén indicados para la finalidad que se pretende conseguir. De no hacerse así, los resultados finales de los mismos, desvirtuarán las conclusiones finales, lo que puede originar un claro perjuicio. Los test más usados son por un lado, el Cuida, dirigido a valorar la capacidad del sujeto para asumir funciones de cuidado de otra persona. Son 189 preguntas que deben ser contestadas marcando la casilla de bastante de acuerdo, o desacuerdo. Es criticado por considerar que este test valora más los sistemas educativos permisivos por lo que condiciona los procedimientos donde se discute la custodia, al conseguir las madres una mejor puntuación.63

 

En Cataluña este test no se aplica por considerar que no es objetivo”.

Por tanto, nos encontramos ya con colegios profesionales o institutos de medicina legal en nuestro país que recomiendan el uso de otros instrumentos de medición con menos dificultades a la hora de administrar, baremar o realizar el análisis de resultados.

Abogo, de nuevo, por el uso de pruebas psicométricas de personalidad aceptadas por los profesionales clínicos y forenses y que no adolecen de estos sesgos a la hora del análisis, evaluación e interpretación de datos.

En cualquier caso, la recomendación a seguir debe ser siempre el uso de test psicométricos como una herramienta dentro de un protocolo de actuación más amplio en los que quepan otros métodos evaluativos derivados de la observación de la conducta de los sujetos peritados en su historia después del divorcio, el análisis pormenorizado de las entrevistas semiestructuradas y las entrevistas a testigos y familia extensa si el caso lo requiriese por su complejidad o si las circunstancias que rodean a los menores así lo aconsejasen.

 

         

Fdo.: Patricia Carbonell López

PSICÓLOGA CLÍNICA Y FORENSE

 

BIBLIOGRAFÍA

 

  • ASOCIACIÓN DE CUSTODIA EN POSITIVO. Publicado en AmecoPress  7 abril 2015

 

  • GARCÍA MEDINA, Mª Isabel, ESTÉVEZ HERNÁNDEZ, Isabel,  LETANMENDÍA BUCETA, Paloma  – “Intervención Psicosocial”, 2007. Vol. 16 Nº 3 pág. 393.

 

  • COLEGIO OFICIAL DE PSICÓLOGOS DE MADRID – “Guía de buenas prácticas para la elaboración de informes psicológicos periciales sobre custodia y régimen de visitas de menores. Abril 2009.

 

  • DIONISIO RODA Y RODA – “La prueba pericial en los procedimientos de familia: peritos, testigos peritos. Procedencia, práctica y valoración”.

 

 

 

 

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