La práctica clínica psicológica demuestra que existen determinados problemas que deterioran el amor y las relaciones armoniosas, teniendo graves consecuencias sobre la salud emocional de la pareja y de sus hijos.
Aunque en ocasiones no lo parezca, somos seres racionales. Y si en ocasiones no lo parece es porque cuando la ira nos invade, la mente se nos nubla y quizá lo que sale por nuestra boca no sea lo más adecuado para solucionar nuestros problemas de pareja.
Quizá nos desahoguemos por un breve período de tiempo, pero a la larga, terminaremos ocasionando graves estragos en nuestra convivencia. Y no es que no sepamos cómo tratar a nuestra pareja, sino que en esos momentos críticos perdemos lo que precisamente debería ser más importante, el sentido común.
En la terapia de pareja le ayudamos a conjugar la aceptación del otro, la conciencia de que ambos sufren y son víctimas de su incapacidad para llegar a acuerdos y pactos que generen acercamiento. Las diferencias propias de cualquier pareja formada por personas distintas puede convertirse en incompatibilidades si no se saben manejar.
Ya se sabe lo que dice el simpático proverbio:
«No discutas con un tonto, porque primero te hará bajar a su nivel y después te golpeará con su experiencia».
Algo semejante puede aplicarse al mundo de las relaciones de pareja, en el que debemos evitar ser arrastrados a la espiral en la que parece haber caído la otra persona. Más que contraatacar de manera cada vez más fuerte, quizá sea más inteligente rescatar a nuestra pareja de su propia cerrazón y ayudarle a mantener la cabeza fría. O, si tal cosa no es posible, tener en mente los siguientes consejos la próxima vez que el asunto esté a punto de írsenos de las manos.
» ¿Por qué estás enfadado?
» Para y deja que la otra persona se explique
» Revisa tus argumentos
» Hazlo en el momento indicado
» No pidas lo que no puedes dar
» Una discusión no se puede ganar, sólo perder
» Los sentimientos no se discuten
» Ponte en la piel del otro
En otras ocasiones el objetivo terapéutico es recuperarse de una infidelidad o ayudar en el proceso de separación.